EXTREBEO

[Podcast y reseña] COMICS DE TERROR

En esta ocasión se me ha ocurrido que podíamos recomendar algunos títulos, tanto historias independientes como alguna que otra serie, autor/a o personaje, que sirvan para poner de relieve cómo de variada y excelente es la oferta editorial de CÓMICS DE TERROR.

¿Y por qué hablar de terror? Pues sencillamente, y permítaseme esta tesis, porque si nos paramos a pensar solo hay tres grandes temas que son los que nos vamos a encontrar en cualquier obra de ficción (y contaminando a veces también otras narrativas de supuesta no ficción). Estos temas esenciales son el drama, la comedia y el terror, es decir, o lloramos, o nos reímos o nos acojonamos… y básicamente ahí tiene lugar la catarsis de la que ya habló Aristóteles y que hace que nos guste tanto lo de que nos cuenten historias. Luego podremos decir, por ej., que existe un género que es la ciencia-ficción pero podríamos preguntarnos: ¿no trata siempre toda obra de ciencia-ficción uno de estos tres temas o enfoques principales? Y lo mismo con cualquier otro género: ¿No es Alien una historia de terror? ¿Qué western no es un drama? ¿Cómo clasificaríamos las historias de Star Wars? ¿Es ciencia-ficción o un western samurai con ambientación espacial?… A menudo vemos también historias donde el humor hace apariciones regulares, con lo que vemos una mezcla de temas y tonos dentro de una misma obra.
(*) Qué irreparable pérdida fue la de ese segundo libro de la Poética de Aristóteles sobre el que se especulaba (¡y se mataba!) en El nombre de la rosa de Umberto de Bolonia. 


Pero centrémonos en el tema escogido. Podría ser interesante establecer una clasificación dentro de las obras de terror, pero como nuestro afán es divulgativo y de fomento de la lectura huiremos de academicismos. Vamos a citar algunas obras que nos parecen recomendables, clasificándolas simplemente en función de su extensión, es decir, si son historietas breves (recopiladas generalmente en tomos que reúnen un cierto número de ellas), obras unitarias (un tomo -más raramente dos- con una sola historia) o una serie, esto es, un historia o historias que se relacionan entre sí por la continuidad de las tramas y el desarrollo de uno o varios personajes, universos o referentes fijos que permanecen reconocibles y dan identidad a la colección.- Antes de empezar, sería interesante preguntarse ¿existe el terror infantil o este concepto es un oxímoron? No parece lógico asustar intencionadamente a los niños pero… ¿no se hacía eso con los cuentos tradicionales, aunque fuera con una intención didáctica y de advertencia sobre posibles peligros? Hay hoy autores relevantes en el mundo del cómic que mantienen en cierta medida esta tradición, como Neil Gaiman en obras como Coraline(novela de 2002, antes que cómic) o El libro del cementerio (2008), con un cierto matiz de fantasía oscura. También podríamos citar a Shigeru Mizuki, que tiene una amplia bibliografía dedicada a los yokai, espíritus del folklore japonés que aparecen en series como juveniles como Kitaro (ed. Astiberri). No obstante, en general se trata de obras que exigen tener 10 u 11 años para ser soportables por la chavalería sin incurrir en el insomnio, porque lo habitual es que si hablamos de lectores más jóvenes encuentren más fácilmente entre la oferta dirigida a ellos obras como Vampi, de José Fonollosa (ed. Grafito), las aventuras -divertidas y nada inquietantes- de la hija de Drácula.


– Vamos ya para empezar con las historietas cortas de terror, ésas que no dan para una publicación completa sino que siempre encontraremos por tanto en cuadernillos o tomos recopilatorios porque se publicaban originalmente así, generalmente en revistas. De este tipo hay bastantes mangas, como por ejemplo algunas obras de Junji Ito (1963), uno de los autores de terror más conocidos a nivel internacional, entre las que podríamos recomendar Fragmentos del mal (ECC) o los dos tomos de Voces desde la oscuridad (Tomodomo), si bien su obra cumbre es Uzumaki (Planeta), un tomo más extenso donde las historias se interrelacionan entre sí con un tema de fondo, las espirales… Otro autor que produce historias cortas en el manga es Hideshi Hino, cuyas obras encontraremos en la editorial La Cúpula. Emily Carroll presenta un estilo muy distinto con su Cruzando el bosque (Sapristi). En este formato de historias cortas e independientes no podemos dejar de citar uno de los momentos álgidos de la historia del Noveno Arte cuando hablamos de terror: las series que publicó la editorial norteamericana EC Comics en la primera mitad de los años 50. La editorial Diábolo está haciendo un trabajo encomiable al reeditar en castellano estas historietas en unos tomos recopilatorios con el color remasterizado (superando a las ediciones USA). Poder disponer de estas historias es todo un lujo. Es cierto que no todas estas historias de 6-8 páginas con giro sorprendente al final tienen el mismo nivel pero hay una cantidad tal de auténticas obras maestras entre ellas, el trabajo artístico a nivel gráfico era tan brillante y la influencia histórica que han tenido ha sido tan grande que es una recomendación que no puede fallar. Años después algo del espíritu de la EC resucitó cuando la editorial Warren puso en marchas revistas como Creepy, Eerie Vampirella (Planeta), entre otras, pero a pesar de los algunos destellos de calidad destacables (que incluyó el trabajo de algunos autores españoles, como Pepe González o José Ortíz, por ej.) no se recuperó la calidad y la influencia de antaño. Lo más recomendable aquí sería, sin duda, los tomos recopilatorios de historietas por autores, como los dedicados a Richard Corben, Bernie Wrightson (tampoco hay que perderse su Frankenstein, sin duda el mejor de la historia del arte gráfico) o Alex Toth (¡auténticos libros de arte!).

– Vamos ahora con obras autoconclusivas e independientes; digamos que ese tipo de historia que nos pueden servir para regalar o que son la preferencia de aquellos que no son amigos de meterse en series que a veces se alargan mucho y fácilmente pueden ser más irregulares. A este respecto hay que decir que también el manga ha generado abundante material de este tipo, y obras como La mujer del apartamento, de Minetaro Mochizuki (ECC), nos sirve como ejemplo de ese terror japonés tan característico que hemos visto reflejado en el cine, frente a -por ejemplo- Un cesto lleno de cabezas, adaptación gráfica de la obra de Joe Hil, como representación de un terror más típico de las historias de producción norteamericana, si bien de este autor deberíamos citar su serie más exitosa en el cómic, Locke & Key (2 tomos de Panini). Otras posibles recomendaciones serían: 

El bosque de los suicidas, de El Torres Y G. H. Walta (Karras), las estupendas adaptaciones de las obras de H. P. Lovecraft que está llevando a cabo el autor japonés Gou Tanabe,
Hay aquí todo un subgénero que sería el de las historias de crímenes sangrientos: From Hell, de Alan Moore y Eddie Campbell (Planeta); El asesino de Green River, de J. Jensen y J. Case; La vampira de Barcelona, de M. A. Parra, I. Ledesma y J. González; Yo, asesino, de A. Altarriba y Keko o los mangas Museum, de 

Ryousuke Tomoe son solo algunos buenos ejemplos, todos éstos de Norma Ed.

– Cuando hablamos de series y colecciones podemos referirnos a distintos tipos, desde series en las que cada publicación presenta una historia independiente -aunque pueda haber alguna trama o elemento argumental que evolucione a largo plazo- hasta aquellas en las que realmente solo encontramos una única historia que se desarrolla a lo largo del tiempo. Del primer tipo, es decir, de historias que se van sucediendo, cada una con su final y dando paso a otra distinta, podemos citar algunas colecciones de la editorial Bonelli, como Dylan Dog o Dampyr, o… Hellboyque representa un término medio, con historias independientes (sobre todo las más cortas, para muchos las mejores) y otras más largas y con cierta evolución del personaje y de su destino a largo plazo. Mike Mignola creó con este demonio bueno todo un universo que destaca tanto por su arte gráfico como por ser una fuente de divulgación de mitologías variadas y folklore fantástico. Y finalmente en este apartado, hablando de series de terror que componen una única historia -aunque presente ciertos arcos argumentales-, podríamos citar, dado su gran éxito, aumentado por la correspondiente serie de TV, la estupenda Los muertos vivientes (guion de Robert Kirkman), a la que posiblemente le sobraban algunos tomos y, por supuesto, a las grandes series -ya clásicas- de Vertigo, el sello adulto de corte fantástico de DC Comics que, bajo la batuta de Karen Berger (1958) nos deparó, especialmente en los años 90, auténticas obras maestras como The Sandman (Neil Gaiman), anteriormente Hellblazer (John Constantine) y Swamp Thing (La cosa del pantano) y más tarde Predicador (Ennis y Dillon) o Fábulas, por citar algunas de las más conocidas. Otras series que merecen mención son Harrow County, de Cullen Bunn (Norma), reflejando estupendamente el imaginario del terror gótico y rural norteamericano; Gideon Falls, de Jeff Lemire y Andrea Sorrentino (Astiberri) o Hay algo matando niños, de James Tynion IV, Werther Dell’edera y Miquel Muerto (Planeta).  Y si nos vamos a historietas más clásicas, como las de tema vampírico, podríamos citar La tumba de Drácula, años 70 con Wolfman y Colan (10 t. en Panini) -con un artist edition, algo más pequeño que el de IDW, que es gloria bendita por 39,85 €-, la adaptación de Mike Mignola de la película de F. F. Coppola o la adaptación del propio libro de Bram Stoker de George Bess. En un estilo muy diferente, y a la vez de gran importancia en la historia del manga, encontramos El clan de los Poe, de Moto Hagio.


Hasta aquí nos hemos centrado en series y obras independientes que entran dentro de los tópicos más directamente reconocibles del terror. Evidentemente también entrarían a grandes rasgos en este tipo de obras cuyos temas inspiran algo que se parece mucho al terror, como algunas distopías o simplemente cómics que introducen el terror como un ingrediente más, no necesariamente el principal, para añadir intensidad, misterio o suspense a una historia. Entre éstos podríamos citar Fatale, de Ed Brubaker y Sean Philips, un dúo infalible hasta ahora, que mezclan en esta miniserie (2 tomos de Panini en su versión integral) el género negro con un elemento sobrenatural que nos remite a H. P. Lovecraft y su horror cósmico.

En fin, hay todo un mundo de obras de terror en el medio historietístico, desde las sirven para iniciarse en la lectura de este ámbito de la cultura popular (La bruja madrina, de Jill Thompson, ed. Norma), hasta aquellas que solo utilizan esto de los monstruos o el miedo para analizar al propio ser humano, como sucede en los buenos cómics de zombis, por ejemplo.

Antonio Roguera

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