EXTREBEO

[Reseña] PARKER: EL CAZADOR (Darwyn Cooke)

Los periódicos lo llaman el sindicato. Los matones y las putas lo llaman la compañía. Usted dice “La organización”. Por mí como si se quieren llamar la Cruz Roja. Me van a devolver lo que es mío tanto si quieren como si no.
Parker en El cazador, de Richard Stark
    Tan contundente afirmación viene de uno de los personajes más cabrones que ha dado la ficción. Un antihéroe que ha llenado desde 1962 cientos de páginas de novelas negras, que en manos de su autor Donald E. Westlake, bajo el seudónimo de Richard Stark, generó multitud de títulos dedicados a tan contumaz protagonista.
    El género noir se ha nutrido de personajes, situaciones y tramas que ahondan en lo más bajo del espíritu humano. Retratando un submundo lleno de crímenes, asesinatos y corrupción, en el que ni las fuerzas del orden son tan buenas, ni los criminales tan malos. Westlake irrumpió en este particular universo respetando los convencionalismos propios del hard-boiled pero presentando a un protagonista que no se rige por ningún código moral sino por su propio interés. Un hombre que no teme a nada ni a nadie y cuyo arrojo atrajo rápidamente la atención del lector de la época.
    El caso es que esas novelas baratas, destinadas a un público masculino, llenas de robos, venganza, prostitutas, femmes fatales, chantaje, atracadores, mafiosos y un personaje principal que destilaba testosterona por los cuatro costados encumbró a Richard Stark. El seudónimo que había creado el escritor Donald E. Westlake para diferenciar sus obras alcanzó más notoriedad que el original.
    Visto el éxito de las novelas, el cine no pudo menos que aprovechar el filón adaptando varios de los títulos. Algunos sin la autorización expresa del autor, variando algo el argumento y características de los personajes y otros con el permiso expreso del creador aunque sin la posibilidad de hacer uso del nombre del protagonista ni del título de las novelas. Entre éstas destacan A quemarropa (John Boorman, 1968), con Lee Marvin como Walker, Payback (Brian Helgeland, 1999) con Mel Gibson como Porter y Parker (Taylor Hackford, 2013) con Jason Statham usando, este sí, el nombre original (Westlake murió poco antes y su viuda fue quien dio la autorización a los productores).
   El Cazador es la primera de las veinticuatro novelas que completan el ciclo dedicado por Richard Stark a este personaje sin vergüenza ni escrúpulos. Ésta primera entrega sienta las bases de las siguientes y presenta a Parker como un delincuente individualista, que va a lo suyo sin importarle quién se cruce en su camino. La trama argumental no es un dechado de imaginación precisamente y narra la venganza de Parker contra sus compinches y su ex esposa al ser traicionado y dejado medio muerto tras un golpe. El atractivo de la historia es el modo expeditivo en que Parker hace frente a sus antiguos colegas, policías corruptos y el enfrentamiento contra los capitostes de una importante organización criminal en busca de su parte del botín. No dejando títere con cabeza y regando su paso con la sangre de sus rivales. 
    Darwyn Cooke (Justice League: The New Frontier, Batman. Ego) se ocupa de la adaptación gráfica de esta obra clásica del noir más duro. El dibujante canadiense tuvo que pasar no pocos obstáculos para poder adaptar la novela. El principal, las reticencias del creador Westlake/Stark, quién era poco proclive a ver su criatura entre viñetas. No fue hasta que Cooke le presentó las primeras páginas finalizadas que dio el visto bueno a la adaptación e incluso permitió el uso del nombre del personaje (algo que ni siquiera había autorizado en las adaptaciones cinematográficas).

    Cooke nos regala una adaptación fiel de la obra original. Siguiendo los tiempos marcados en la misma y ubicando la acción en la época en que la novela fue escrita. Unos años sesenta alejados de las luces y centrados en unas sombras llenas de individuos amorales, escenas cruentas y secuencias excelentemente resueltas por un autor que ya demostró su valía en anteriores obras que tienen como nexo en común éste período de la historia estadounidense.
    El estilo de Cooke es deudor del período más clásico de cómic, con Jack Kirby a la cabeza, aunque apurando es más continuista con el marcado por Bruce Timm, con quien trabajó en las series animadas de Batman y Superman. Con un fuerte contraste de claroscuros, líneas sueltas pero muy definidas y una base de color en bitono para completar finalmente la página, el estilo de Cooke es el idóneo para ésta historia, que a pesar de lo violento del argumento, sabe llevar a su terreno y mostrarnos un libro del que no sólo se disfruta con su lectura, sino con los dibujos que componen cada una de sus viñetas.
    A El Cazador ha seguido La Compañía y El Golpe, continuando las adaptaciones de los libros de Parker. Cooke ha manifestado su intención de realizar un total de cinco novelas gráficas sobre este personaje tan alejado de lo políticamente correcto.

3 comentarios

  1. Qué buen cómic. Más interesante por sus imágenes (con Sin City en la cabeza) que por el guión (culpa de lo resabiados que nos hemos vuelto por tanto cliché refrito y digerido). En el cine, los coreanos ya lo están explotando bastante mejor que los yankis, para variar.

  2. Gracias, compañeros. Aunque, Ángel, para mí, Darwyn Cooke supera con mucho a Bruce Timm, reconociendo a éste el haber abierto una escuela con su estilo y ser un gran seguidor de su obra.

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