Un servidor vuelve esta temporada a la radio y se me había ocurrido un tema que, siendo para los muy cafeteros, creo que puede resultar como mínimo curioso para casi todo el mundo.
Si bien uno pensaría que esto que contaremos está dirigido principalmente a amantes del arte del dibujo, coleccionistas y un público muy específico, y así es en parte porque, como veremos, hablamos de publicaciones que a veces no son baratas, también es verdad que los precios son algo relativo, pues hablamos en este caso de algo que vale lo que cuesta y que, además, usualmente se revaloriza. Por otro lado, en su momento surgió una variante más económica de esto que veremos, por lo que ya no es algo solo para sibaritas.
Hablamos hoy de las llamadas artist edition, una particular variedad de publicaciones dentro del mundo del cómic, mayormente dirigida a coleccionistas (un tema este muy amplio al que dedicaremos algún espacio más). Se trata de un invento que allá por 2010 puso en marcha la editorial norteamericana IDW bajo la batuta del editor Scott Dunbier. Pero no se trata de esas publicaciones de lujo que acompañan a una reedición con numerosos extras, formatos grandes y acabados caros como la tela en el lomo o los estuches, tampoco de esas publicaciones que tratan de recrear como un facsímil las ediciones originales (las primeras) de algún número o colección famosa.
Estamos hablando de algo distinto. Éste es un trabajo editorial que consiste en acudir a coleccionistas de originales, las personas que han comprado, recomprado y conservado (a veces pueden ser los propios autores o sus herederos) los dibujos originales, las láminas donde se dibujaron las ilustraciones originales de cómics relevantes e históricos, antes de ser coloreadas, con sus correcciones de típex, anotaciones en los márgenes, lápiz azul de boceto, manchas y decoloraciones debidas al paso del tiempo, así como espacios en blanco para la publicidad. Esto se hace buscando números o arcos argumentales completos, así como recopilaciones de portadas, para componer con ello una publicación muy especial.
Es ésta una labor de evidente interés histórico y de conservación pues, a continuación, esos dibujos originales, ya sean páginas o portadas, son escaneadas en color a muy alta resolución, para reproducirlas lo más fielmente posible tal cual se encuentran ahora (70, 40 o 20 años después de que se realizaran, con su color algo amarillento), posteriormente son reproducidas a su tamaño original en un papel lo más parecido posible al original y encuadernadas en tomos recopilatorios de un mismo autor (Joe Kubert, Jack Davis, John Buscema, Wallace Wood…), de un personaje (Rocketeer) o de una editorial (EC Comics…), reuniendo tomos de entre 140 y 200 páginas, en libros que miden aproximadamente lo que un A3, o incluso algo aún más grande si hablamos de originales anteriores a mediados de los 60, que solían ser más grandes. Existe otros subtipos de esta publicación, como un portfolio o carpeta conteniendo hojas sueltas escaneadas y reproducidas a una sola cara, imitando más directamente así el aspecto real de los originales, si bien esta opción ha tenido menos difusión y éxito; y finalmente los llamados artifact edition, que compilan páginas de distintas historietas, sin posibilidad de leer historias o números completos, pero gráficamente igual de llamativos y valiosos.
El resultado es tan espectacular como difícil de encajar en una estantería. Un auténtico libro de arte que nos llega en una caja especial de cartón a medida y que nos deja más claro aún por qué los autores de cómics son posiblemente los mejores artistas gráficos del siglo XX. Económicamente los vamos a encontrar con precios variables que oscilarán entre los 90 y los 160 euros aprox., que no parecen caros cuando ves el trabajo que llevan tras ellos y, sobre todo, al comprobar que tratándose de ediciones limitadas, solo disponibles durante un par de años normalmente (aunque a veces menos), no se devalúan y en algunos casos llegan a multiplicar su precio en posibles reventas tras haberse agotado. Existen, de hecho, unas series especiales firmadas por los autores, como el artist edition de Spiderman firmado por John Romita y Stan Lee. Sí, éste era algo más caro, pero si compraste uno de aquellos 250 ejemplares a 150 $… ¡ahora vale mucho más!
Los que están a la venta normal en cada momento no es difícil encontrarlos en librerías especializadas y plataformas de venta online.
Artísticamente la obra de muchos autores es más fácilmente apreciable con este formato, al haber sido liberada de colores que a menudo ocultaban el valor del arte original, también porque las imprentas de hace unas décadas no hacían un trabajo como el actual, al utilizar papeles baratos y tendentes al amarilleo, colores planos y que a veces no encajaban perfectamente con las líneas del dibujo… Solo hoy se están haciendo reediciones que -gracias entre otras cosas a las remasterizaciones digitales, con intervención humana- consiguen recuperar y reproducir los colores originales (véase la reedición de los clásicos de la EC Comics que está llevando a cabo con brillantez la editorial Diábolo)
Posteriormente surgió una variante más asequible económicamente (y práctica si queremos disfrutar cómodamente de la lectura) que son los llamados artisan edition. Se trata de las mismas obras pero en un formato más pequeño (A4), con tapa blanda y un precio que ronda los 28-34 euros. Ésta es una buena opción para probar este tipo de publicaciones y ver si uno disfruta de ellas, de leerlas y de tenerlas. Lo único que se pierde es el tener el tamaño original de las obras.
Actualmente ya hay algunas publicadas en español, todas de Marvel (Panini), que combinan un poco ambos formatos USA, al tener tapa dura, un tamaño algo mayor que el A4 y un precio de unos 38-40 euros; es decir, un compromiso que muchos considerarán adecuado, si bien no se respeta el tamaño original. Hay que resaltar que los editores al traducirlas han trabajado con esmero para respetar la tipografía de la rotulación original y el resultado no desentona con el aspecto más o menos antiguo o envejecido de las ilustraciones con el inglés original. En esta línea de publicaciones ya traducidas podemos encontrar una recopilación de algunos números de La tumba de Drácula, con unos dibujos de Gene Colan de los años 70 que lucen más que en la edición en color en que se publicó originalmente la obra, o el Silver Surfer (Estela plateada) de John Buscema y Stan Lee, todo un icono de los cómics de superhéroes de la edad de plata (finales de los 60). A menudo se comprueba que la dimensión artística de estas obras se percibe mejor en estos originales en blanco y negro que en sus publicaciones definitivas para el gran público en las grapas o tomos que compramos en quioscos y librerías. En algunas de ellas estas tintas negras sobre fondo blanco no parecen pedir en modo alguno un coloreado, aunque quien hiciera estos dibujos supiera que ése sería su destino editorial de cara a público.
Lamentablemente hoy en día son ya muchos los artistas que trabajan cada vez más en procesos digitales completos, por lo que este tipo de obras está desapareciendo poco a poco. Las herramientas digitales ahorran mucho tiempo y lo de ser dibujante de cómic raramente está tan bien pagado como para tener demasiado tiempo. En parte el abandono de estas tareas o ingresos se compensa por las llamadas commissions, esto es, ilustraciones encargadas por fans y coleccionistas, que suponen una vía adicional de ingresos para artistas (sobre todo los que no son de primerísima fila, que se prestan menos a hacerlas). Pero lógicamente son dibujos de mucho menor valor, al no ser el origen de historias o series. Desde hace un tiempo, asimismo, hay quienes cobran por las dedicatorias en ciertos encuentros comiqueros, sobre todo los más multitudinarios, y en buena medida ha sido algo provocado porque había presuntos aficionados que vendían firmas y dedicatorias con dibujos tras conseguirlas en convenciones y salones del cómic.
En resumen, como podemos ver, nos encontramos ante una posibilidad que raramente vamos a encontrar en otros artes: la de poder tener en nuestra casa una copia virtualmente idéntica de la obra de un artista por un precio nada desmesurado. Así, podremos tener un facsímil de nuestra obra o autor favorito, sin las limitaciones insuperables que encontraríamos en otras disciplinas artísticas. Disfrutarla y mostrarla, e incluso comerciar con ella, como se hace con otras propiedades artísticas. No desentonaría nada que hubiera ejemplares de este tipo de libros en bibliotecas, pues servirían para incentivar la afición al dibujo y al propio cómic, serían documentación para artistas y aportarían material para exposiciones periódicas.
Si se nos pide alguna recomendación vamos a darla:
– La EC Comics fue la mejor editorial de cómics de los años 50, al menos si atendemos a la plantilla de artistas que logró recurrir en los escasos años de su esplendor, antes de la (auto)censura de la industria del cómic USA acabara con sus títulos de terror, crímen, ciencia-ficción y género bélico. Wally Wood, Jack Davis, Graham Ingels, Bernard Krigstein, entre otras muchas leyendas absolutas del Noveno Arte, firmaron algunas de las mejores páginas de la historia y eso es algo patente, incluso para los no entendidos, cuando se revisa el volumen dedicado a las covers(las portadas, con algún ejemplo de los «trabajos» que llevaba a cabo la censura) o el titulado The best stories de EC Comics, que contiene auténticas obras maestras como -¡nada menos!- Master race, El día del juicio o Foul play.
– Si alguien quiere quedar bien… ¡para siempre! con un aficionado a los superhéroes bien puede conseguirlo con tomos como el dedicado al Spiderman de Gil Kane, el Born again de Daredevil, de D. Mazzucchelli y Frank Miller o el Thor de Walter Simonson, por citar alguno.
– Y, finalmente, por otro lado, podemos encontrar otro tipo de historietas como el artist edition de The Life and Times of Scrooge McDuck, es decir, la historia del Tío Gilito, que dibujó magistralmente Don Rosa.
En fin, algo que en otros tiempos hubiera sido casi impensable y, por supuesto, inalcanzable para casi todo el mundo es ahora algo que podemos conseguir… a costa de nuestro sufrido bolsillo.
Antonio Roguera