Como decíamos ayer…
El Comic Code fue el código de censura híper restrictivo que se instauró en el cómic americano en el año 54. No sería hasta más de quince años después, en 1970, cuando por primera vez una editorial se atreviera a sacar un cómic sin el sello de la CCA.
En este año el gobierno de Nixon pidió a Stan Lee, que en ese momento era el editor jefe de Marvel además de su principal guionista (De ahí el “Stan Lee presents…” que se veía en todos los títulos de Marvel aunque no los escribiera él), que escribiera un cómic con un mensaje antidroga. Stan Lee decidió escribirlo en la que entonces era la serie más importante: Spiderman. Escribió un arco de tres números (del 96 al 98 USA) llamado “Green Goblin Reborn!” en el que, entre otras cosas, descubre que su mejor amigo Harry Osborn se ha vuelto adicto a las pastillas (Sin especificar). El arco es espectacular y ha sido reeditado varias veces.
El caso es que no pasó la criba del CCA, que prohibía que se enseñara el uso de drogas aunque fuera de una forma negativa.¡ Ojo, que el que le pidió que lo escribiera fue el rojo de Nixon! En fin, que el bueno de Stan decidió sacar los cómics tal cual sin el sello. Y se vendió muy bien y Marvel recibió halagos y besitos en la frente de todo el mundo por su compromiso social.
Aunque a partir del siguiente número volvieron al uso del sello, la publicación de este arco llevó a una revisión del código. No fue muy allá, pero entre otras cosas permitieron la publicación del uso de drogas con carácter negativo y los títulos de terror (Aunque la palabra “terror” seguía vetada en los títulos)
La gran revolución llegó a la censura por motivos económicos (para variar): La aparición del sistema de venta directa. Aparecieron tiendas específicas de cómics que compraban directamente al editor, por lo que el veto de las distribuidoras a los cómics sin aprobación del CCA dejó de tener sentido. El código se suavizó en 1989 y poco a poco las editoriales lo fueron abandonando a favor de códigos internos.
¿Y fuera de los USA?
En Japón, el mayor mercado de cómics del mundo, la censura prácticamente no existe. Estamos acostumbrados a ver cabezas explotando, fanservice (que es como se llama en el manga a la sexualidad gratuita con fines generalmente humorísticos), etc. Solo hay una prohibición: No se pueden mostrar genitales. La ley japonesa prohíbe la exhibición de genitales hasta el punto que sus películas porno los tienen pixelados, perdiendo una parte significativa de su sentido. En los manga esto se soluciona de tres formas: El rectángulo negro, el objeto tapador o simplemente no dibujándolos, creando el elegante “Efecto Ken, el novio de Barbie”
En España la censura ha pasado por varias etapas, especialmente durante el franquismo, dependiendo de quién fuera el encargado de la censura: El ejército, la iglesia o el gobierno. En una época se prohibía que las mujeres enseñasen carne o tuvieran curvas, en otra la violencia, los “ataques al régimen” o la blasfemia. Los superhéroes americanos estuvieron prohibidos en la década de los 60 y parte de los 70 porque tenían poderes casi divinos. Cuando la censura se “descensurizó” un poco en la época de Fraga como ministro y se dio a las editoriales el deber de autocensurarse, las publicaciones infantiles y juveniles seguían sujetas a la censura gubernamental. Esto llevó a situaciones muy raras y a la desaparición de cómics como el Capitán Trueno, a la que se le metió muchísima caña: Flechas y lanzas que desaparecían, espadas invisibles, cadáveres retirados, expresiones malignas (como “Maldición!”) prohibidas, etc.
Y en Bruguera las cosas no iban mucho mejor: Zipi y Zape tuvieron que dejar de hacer travesuras y empezar a respetar a su padre, Carpanta no podía ser tan pobre ni pasar hambre (porque en la España de Franco nadie pasaba hambre), etc. No se podía hacer burla de la autoridad, por eso los policías de los tebeos españoles van vestidos de gendarmes franceses o bobbies ingleses. Uno de mis casos favoritos es el de 13 Rué del Percebe, posiblemente mi serie favorita de Ibáñez. ¿Ves la diferencia entre los primeros…
Y los segundos?
En efecto, el personaje tipo Dr. Frankestein desapareció por un motivo fabuloso: Que solo Dios puede dar la vida.
Gracias al mismo la censura ya casi no existe en España, excepto en lo que se refiere a criticar a la familia real como han demostrado un par de casos de el Jueves en los últimos años, y va camino de desaparecer en los USA. En Japón, desgraciadamente, van por el camino contrario.
Nosotros seguiremos disfrutando de lo que nos dejen y la semana que viene estaremos otra vez aquí, hablando del cómic de la C a la C. ¡Gracias por leerme!
EXCELSIOR!
Un comentario
Tristemente actual el tema este de la censura, cuya expresión más brutal y absurda hemos visto ayer en Francia. Una forma interesante y didáctica de aprender historia y de constatar la hipocresía de la moralidad pública de la mayoría de sociedades humanas. "Excelsior", como siempre, la sección de Mon. A seguir así, perjudicando a la necedad, como decía Nietzsche.