EXTREBEO

De la C a la C (23). Jarabe de palo

¡No huyáis, que no voy a hablar del grupo de música! Voy a hablar de el cómic más longevo de la historia de España, con 1249 números publicados en un periodo de 35 años. Sin contar almanaques, números extra y números sueltos en revistas. Teniendo en cuenta que llegó a tener una tirada de 100.000 ejemplares SEMANALES, las cuentas me salen a que se ha publicado entre un huevo y un montón. Hablo, por supuesto, de Roberto Alcázar y Pedrín.
Los tebeos que leía tu padre. O tu abuelo, que se publicó por primera vez en enero de 1941, hace 74 años. 
Lo primero que quiero decir de este cómic es que, pese a la fama que tiene, no creo que tenga connotaciones políticas de ningún tipo. Se han dicho muchas cosas que indican lo contrario: Que el apellido de Roberto Alcázar hace referencia a la toma del Alcázar de Toledo o que la imagen de Roberto está basada en la de Primo de Rivera. Los creadores (Juan Puerto al guión y Eduardo Vañó al dibujo) tienen otras dos versiones: Respecto al nombre, Juan Puerto dice que él propuso originalmente “Roberto Alcaraz”, que era el apellido de un familiar suyo. Pero a Vañó no le gustó, así que le cambiaron el nombre al definitivo “Alcázar”. Y  respecto al aspecto físico Vañó dijo que se basó… En sí mismo. 
En mi opinión el cómic es hijo de su tiempo, prácticamente un año después del final de la Guerra Civil. A un cómic de esa época tampoco le voy a pedir que sea un adalid de la mordernidad o la profundidad de guión de un Promethea o Sandman. Lo que buscaba este cómic es lo que conseguía con creces: Entretener
Como ya he dicho antes la creación de este cómic se debe a Juan Puerto, que era a la sazón el propietario de la Editorial Valenciana, una de las más importantes de la historia del cómic en España junto a TBO y Bruguera. Después de nuestra guerra propia, durante la II Guerra Mundial, España sufrió un embargo económico por parte de los Aliados. Ese mismo embargo impedía que los cómics sobre todo americanos que se habían vendido bastante bien llegaran al mercado. Así que  las editoriales tuvieron que crear sus propios álbumes. Puerto propuso a su cuñado (Vañó) sacar un cómic en el formato apaisado que tanto se usó en España (Que tenía una escasez brutal de papel) y hojas en blanco y negro (También había escasez de tinta) de aventuras protagonizada por un periodista/detective al estilo de los protagonistas de las películas de los años 30 y los folletines por entregas (el equivalente a las novelas pulp). Con título original “Roberto Alcázar, el intrépido aventurero español”, ya en la primera página del primer número conoce a Pedrín, polizonte en el barco que lleva a Roberto Alcázar a Argentina. Desde ese momento Pedrín se convierte en uno de los sidekicks más reconocibles del cómic español. (Por si no lo  he dicho antes, “sidekicks” son los compañeros del protagonista. Como Robin para Batman o Bucky para el Capitán América)
Los guiones en general son complejos como el mecanismo de un chupete. Generalmente se basan en la premisa “Roberto Alcázar descubre a un montón de malosos y les da  una buena curra ayudado por Pedrín sin despeinarse o arrugarse el traje”. Estas aventuras transcurren en localizaciones de todo el mundo y generalmente son de género policíaco, aunque en diferentes etapas (y dependiendo del tipo de cine que estuviera de moda) tocaron todos los géneros, desde el “terror” a la ciencia ficción. Estos guiones fueron escritos casi desde el principio por José Jordán Jover, un exoficial republicano que escribió sus guiones desde la cárcel. Posteriormente llegarían otros guionistas como Federico Amorós, Pedro Quesada,que guionizó los únicos relatos extensos de la serie incluído el del Hombre Diabólico, o el propio Vañó, que se encargó del dibujo prácticamente siempre. Las historias eran en su inmensa mayoría autoconclusivas, lo que probablemente tuvo que ver con su enorme éxito. He conocido a bastante gente que se queja de que  al comprar un cómic suelto no se entera de nada. Para mí también fue un pequeño infierno de pequeño, cuando encontrar una tienda que vendiera los 4 números de una serie limitada era una epopeya. 
El dibujo de la serie se ha criticado siempre como excesivamente simplista, aunque a la vez es tremendamente efectivo. Los primeros números, muy toscos, fueron en las reediciones posteriores redibujados por Vañó sobre los guiones originales. 
Los dos rasgos más significativos de la serie son la violencia y la forma de hablar de Pedrín. Respecto a la violencia, aparte de  que  9 de cada 10 portadas son Roberto Alcázar dándole un puñetazo a alguien, era la forma de resolución de todos los conflictos (quedando la inteligencia, la ciencia y la tecnología como características exclusivas de los villanos) sobre todo durante los primeros años. 
¿Y qué decir de las expresiones de Pedrín, siempre acompañado de su cachiporra con la que daba sus “cachiporrazos”?  Muchas de ellas han llegado hasta nuestros días (aunque suenan a persona mayor): ¡Toma castaña! ¡Pronto tendremos fandango! ¡Garrotazo y tentetieso! Y, sobre todo, la que da título a la entrada de hoy: ¡Toma jarabe de palo!
En conclusión, es una obra bastante simple tanto a nivel guión como técnico pero muy entretenida, que ha sido denostada en los últimos años como cómic representativo de la dictadura aunque un análisis somero permite ver que nunca hay mención a la política y hace de menos menos apología de lo español que muchas otras series de la época. Si podéis pillar algún número echadle un ojo, es muy interesante por varias causas incluida la sociológica: Al transcurrir en la época “actual” (a diferencia de otros grandes cómics de la Editorial Valenciana como el Guerrero del Antifaz o el Capitán Trueno) es un documento de la vida española durante 35 años. 
Nada más, si os parece nos vemos por aquí la semana que viene, explorando el mundo del cómic en todas sus vertientes, de la A a la Z. De la C a la C. ¡Muchas gracias por leerme!
EXCELSIOR!

2 respuestas

  1. Hay que reivindicar a Roberto Alcazar y Pedrín, los dibujos no eran ninguna maravilla pero conseguir entretener y ser la serie más longeva del comic español tiene mucho mérito.
    Yo los leía en los 60s y eran aventuras detectivescas sin violencia, a veces se metían también en ciencia ficción. De adulto vi reediciones de los primeros cuadernos y me parecieron muy toscos y violentos, pero sin referencia a la política ni exaltaciones patrioteras. Hay más política en los superhéroes que tanto gustan (capitán América, los 4 Fantásticos, etc) y que en los 60 estaban siempre luchando contra el comunismo, y de violencia no digamos.

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