En esta ocasión nos vamos a sumergir en un tema un tanto inusual y poco reflejado en la literatura y, en especial en los cómics: nos referimos al abuso sexual infantil. Y lo vamos a abordar desde un cómic de gran sensibilidad como no podía ser de otra manera: El cuento de una rata mala, de Bryan Talbot (publicado originalmente en 1995 y en España, en 1999 por la editorial Planeta; hay edición más reciente de Astiberri con nueva traducción por 19 €). Con la participación de una invitada que ya no es nueva entre nosotros: Silvia Pérez (miembro de Extrebeo), con quien estuvimos hablando de Persépolis.
Lo curioso es que Bryan Talbot se inició en el cómic Underground allá por los 70, llegando a trabajar posteriormente para series americanas para DC cómics, y en la británica, Juez Dredd. Esta novela gráfica supone una ruptura con respecto a sus anteriores trabajos no sólo por la historia sino también por la forma de contarla.
En Historia de una Rata Mala, la adolescente Helen Potter decide huir del maltrato que sufre en casa y se embarca en un viaje de la ciudad a la zona de los lagos de Inglaterra que la irá transformando a medida que se enfrenta a sus recuerdos y duras experiencias. En su proceso sigue los pasos de su admirada autora Beatrix Potter. Y cuenta con una compañera inseparable, su rata.
Se trata de un relato sencillo, con unos dibujos realistas y coloreados como un cuento, apoyándose mucho en el color para abordar las emociones de la protagonista. La idea de Talbot era que fuera accesible a todo aquél que no estuviera familiarizado con el lenguaje del cómic.
No fue un relato premeditado, Talbot quería escribir sobre la zona de los lagos pero su proceso de construcción de la historia en la relación entre Helen (protagonista) y la ilustradora del s.XIX Beatrix Potter (bastante oprimida en su familia) le llevó a adentrarse en el mundo de los abusos sexuales y a que este tema dominara la narración.
Este relato es considerado un clásico de la novela gráfica internacional, premiado con un Eisner a la mejor novela gráfica en el 1995, nominada a los premios Harvey en la categoría de mejor novela gráfica y premio Haxtur a la mejor historieta larga, cosecha ya una veintena de premios en varios países.
Así mismo, su irrupción en el mundo comiquero y en el panorama literario en general, supuso un estímulo para que mucha gente se animara a hablar de ello y una herramienta de trabajo en centros de ayuda de diversos países, como él mismo reconoce en la edición de Astiberri.
Parece mentira que, habiendo más abusos sexuales que asesinatos, en el cine y en las series apenas esté presente esta cuestión. Ni siquiera son muchos los cómics que aún hoy pueden citarse en torno al tema:
La herencia del coronel, de Carlos Trillo y Lucas Varela, (Argentina, 2007) nominado a los premios Angoulême en 2008; A Child’s Life and Other Stories (1998) de Phoebe Gloeckner, donde relata los abusos de su madre, hermana, ella y sus amigas o La muñequita de papá (Daddy’s Girl, 1996), de Debbie Drechsler, estas últimas de EEUU.
Hay otros que hablan sobre el maltrato infantil, como la conocida Paracuellos, de Carlos Giménez (España, 1999) o La familia Burrón, de Gabriel Vargas (México, 1998) pero, insistimos, aunque han aumentado las publicaciones (autobiografías, novelas, libros de educación sexual) y la aparición del tema en los telediarios, no obstante, se trata de un tema bastante silenciado.
Que las sociedades reconozcan este tipo de abusos supone una vergüenza, un estigma que no estamos dispuestos a asumir.